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En vista de la fiesta liturgica de Pentecostés proponemos los ejercisios espirituale de tre dias que Hesús dictó a santa Faustina Kowalska apóstol de la Divina Misericordia, en preparación para el Pentecostés del 5 de junio de 1938. Cuando la santa transcribió bajo la fecha del 2 de junio de 1938 éstos Ejercicios espirituales, se encontraba hospitalizada desde unos seis meses en el sanatorio Pradnik, cerca de Cracovia, para curarse de la tuberculosis. Así lo señaló en su diario: "Bajo la dirección del Maestro, Jesús. Él Mismo me ordenó hacer estos ejercicios espirituales y Él Mismo estableció los días para hacerlos, es decir tres días antes de la venida del Espíritu Santo y Él Mismo los dirigió ". Santa Faustina subí en la gloria del Cielo el 5 de octubre de 1938, exactamente cuatro meses después de la fiesta de Pentecostés, para lo cual, en obediencia a Jesús, se preparó muy bien.
Los ejercicios están calibrados para un religioso que ha hecho los votos. Por extensión, son adecuados para aquellos que han adoptado el estado del celibato, en la vida religiosa o sacerdotal, pero también pueden adaptarse a los casados. Vamos a poner algunas adaptaciones en nota al texto.
PRIMER DÍA
Primera meditación
[…] « Considera, hija Mía, quién es Aquél al cual tu corazón está estrechamente unido por los votos[1]…. Antes de crear el mundo, te amaba con el amor que ahora experimenta tu corazón y por todos los siglos Mi amor no cambiará jamás». […] « Hoy vas a leer el capitulo quince [del] Evangelio de San Juan. Deseo que leas muy despacio».
Segunda meditación
« Hija mía, medita sobre la vida divina que se encuentra en la Iglesia para la salvación y la santificación de tu alma. Considera cómo aprovechas estos tesoros de gracias, estos esfuerzos de Mi amor». […]
Conferencia sobre la lucha espiritual
«Hija Mía, quiero instruirte sobre la lucha espiritual. Nunca confíes en ti misma, sino que abandónate totalmente a Mi voluntad. En el abandono, en las tinieblas y en diferentes dudas recurre a Mí y a tu director espiritual, él te responderá siempre en Mi nombre. No te pongas a discutir con ninguna tentación, enciérrate inmediatamente en Mi Corazón y a la primera oportunidad, revélala al confesor. Pon el amor propio en el último lugar para que no contamine tus acciones. Sopórtate a ti misma con gran paciencia. No descuides las mortificaciones interiores. Justifica siempre dentro de ti la opinión de las Superioras y del confesor. Aléjate de los murmuradores como de una peste. (120) Que todos se comporten como quieran, tu compórtate como Yo exijo de ti. Observa la regla con máxima fidelidad. Después de sufrir un disgusto, piensa qué cosa buena podrías hacer para la persona que te ha hecho sufrir. Evita la disipación. Calla cuando te amonestan; no preguntes la opinión de todos sino de tu director espiritual; con él sé sincera y sencilla como una niña. No te desanimes por la ingratitud; no examines con curiosidad los caminos por los cuales te conduzco. Cuando el aburrimiento y el desanimo llamen a tu corazón, huye de ti misma y escóndete en Mi Corazón. No tengas miedo de la lucha a menudo el solo valor atemoriza las tentaciones, y no se atreven a atacarnos. Lucha siempre con esta profunda convicción de que Yo estoy a tu lado. No te dejes guiar por el sentimiento, porque él no siempre está en tu poder, todo el merito está en la voluntad. Depende siempre de las Superioras en las cosas más pequeñas. No te hago ilusiones con la paz y los consuelos, sino que prepárate a grandes batallas. Has de saber que ahora estas sobre un escenario donde te observan la tierra y todo el cielo, lucha como un guerrero para que pueda concederte el premio; no tengas mucho miedo, porque no estás sola».
SEGUNDO DÍA
Primera Meditación
«Hija Mía, hoy considera Mi dolorosa Pasión, toda su inmensidad; medítala como si hubiera sido emprendida exclusivamente por ti ». [...].
Segunda meditación
«Hija Mía, medita sobre la regla y los votos[2] que Me has hecho a Mi. Tú sabes cuánto los aprecio y todas las gracias que tengo para las almas de los religiosos se relacionan con la regla y los votos[3]».
«Hoy, hija Mía, tomarás por lectura el capitulo diecinueve del Evangelio de San Juan y lee no sólo con los labios sino con el corazón...» […].
Conferencia sobre el sacrificio y la oración
«Hija Mía, quiero enseñarte a salvar las almas con el sacrificio y la oración. Con la oración y el sacrificio salvarás más almas que un misionero sólo a través de predicas y sermones. Quiero ver en ti una ofrenda de amor vivo, ya que sólo entonces tiene el poder frente a Mí. Tienes que ser aniquilada, destruida, vivir como si estuvieras muerta en tu esencia más secreta. Tienes que ser destruida en este rinconcito secreto donde el ojo humano no llega nunca y entonces serás para Mi una ofrenda agradable, un holocausto, lleno de dulzura y perfume y tu fuerza será potente cuando intercedas por alguien. Por fuera tu sacrificio debe ser: escondido, silencioso, impregnado de amor, saturado de oración. Exijo de ti, hija Mía, que tu sacrificio sea puro y lleno de humildad para que pueda complacerme en él. No te escatimaré Mi gracia para que puedas cumplir lo que exijo de ti. Ahora te instruiré (124) en qué consistirá este holocausto en la vida cotidiana para preservarte de las ilusiones. Aceptarás con amor todos los sufrimientos; no te aflijas si muchas veces tu corazón siente repugnancia y aversión por este sacrificio. Todo su poder está encerrado en la voluntad, por lo tanto los sentimientos contrarios no sólo no disminuyen este sacrificio a Mis ojos, sino que lo hacen más grande. Has de saber que tu cuerpo y tu alma estarán a menudo en el fuego. Aunque en algunas horas no Me sientas, pero Yo estaré junto a ti. No tengas miedo, Mi gracia estará contigo…».
TERCER DÍA
Primera Meditación
« Hija Mía, en esta meditación considera el amor al prójimo: ¿es Mi amor lo que te guía en el amor al prójimo?, ¿rezas por los enemigos?, ¿deseas el bien a quienes te han entristecido o te han ofendido de cualquier modo? Has de saber que cualquier cosa buena que hagas a cualquier alma, la acojo como si la hubieras hecho a Mi Mismo.» […].
Segunda meditación
« Ahora vas a meditar sobre Mi amor en el Santísimo Sacramento. Aquí estoy entero para ti, con el cuerpo, el alma y la divinidad, como tu Esposo. Tú sabes lo que exige el amor, una sola cosa, es decir, la reciprocidad…» […].
« Hoy, como lectura tomarás el santo Evangelio escrito por San Juan, capitulo 21. Vívelo más con el corazón que con la mente» […].
Conferencia sobre la misericordia
«Has de saber, hija Mía, que Mi Corazón es la Misericordia Misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mi, se ha retirado sin consuelo. Toda miseria se hunde [en] Mi misericordia y de este manantial brota toda gracia, salvadora y santificante. Hija Mía, deseo que tu corazón sea la sede de Mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre el mundo entero a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede retirarse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas. Reza, cuanto puedas, por los agonizantes, impetra para ellos la confianza en Mi misericordia, porque son ellos los que más necesitan la confianza quienes la tienen muy poca. Has de saber que la gracia de la salvación eterna de algunas almas en el último momento dependió de tu oración. Tu conoces todo el abismo de Mi misericordia, entonces recoge de ella para ti y especialmente para los pobres pecadores. Antes el cielo y la tierra se vuelven a la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada».
«Hija Mía, que te adornen especialmente tres virtudes; humildad, pureza de intención [y] amor. No hagas nada más, sino lo que exijo de ti y acepta todo lo que te dé Mi mano. Procura vivir en el recogimiento para oír Mi voz que es tan bajita que solo la pueden oír las almas recogidas…».
Notas
[1] Los sacerdotes sustituyanI el términ “votos” con “sacramento del orden”; los casados con “sacramento del matrimonio”; los laicos no casados con “sacramento del bautismo y de la confirmación”
[2] Los sacerdotes sustituyan el término “regla” y “votos” con “regla de vida sacerdotal” y “promesas sacerdotales”; los casados con “regla de vida matrimonial” y “promesas matrimoniales”; los laicos no casados con “promesa bautismales”.
[3] Ver nota 2.
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